jueves, 8 de marzo de 2018

DE LOS PIRINEOS AL VALLE. RONCESVALLES – ZUBIRI.



Apenas 20 kilómetros de marcha para abandonar las míticas cumbres pirenaicas e internarse en un precioso valle, con la capital del reino, Pamplona, en el horizonte próximo. Descendemos desde los mil metros de altitud de Roncesvalles, a los apenas quinientos de Zubiri, aunque por el trazado sinuoso del camino uno no sabe si está bajando o por el contrario, sigue subiendo.

Frío y niebla a primera hora de la mañana. El Sol aún no se ha dejado ver. Nos levantamos, tomamos un rápido desayuno, preparamos los bártulos, nos ponemos las botas y echamos a caminar (andar si se prefiere). La bruma matinal lo envuelve todo, típico tiempo atmosférico que uno espera encontrar en la montaña.


Una etapa preciosa, sin aslfalto, siempre rodeado de bosques, salpicada por mitos y leyendas, brujas y akelarres, y Basajaun. Atravesamos pastos frescos alpinos, robledales, hayedos y pinares (o sea, bosques mixtos), caseríos y pueblos marcados tradición vasco-navarra. Una típica etapa xacobea de media montaña por senderos pedregosos y continuos toboganes (si bien, no sabemos si ascendemos, o descendemos). Y a pesar de comenzar renqueante por el sobreesfuerzo de ayer, las piernas han respondido muy bien. Lo peor ha sido el descenso, prolongado, complicado y pedregoso, por momentos parece no tener fin. Uno de los senderos más bonitos que he tenido la fortuna de recorrer.


Un precioso robledal, el bosque de las brujas nos lleva hasta Burguete, del que salimos para penetrar en otro bosquecillo, con riachuelos y pequeños puentecillos. Después un pronunciado repecho para, inmediatamente descender hasta Espinal. Lo más duro viene a continuación, el alto de Erro y la pedregoso bajada hasta Zubiri. Pamplona, la capital, queda en el horizonte.  

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