jueves, 1 de febrero de 2018

PUERTA DE NAVARRA (O DEL MERCADO)



Un bello arco medieval perforado en la muralla daba acceso a la plaza donde durante siglos se celebraba el mercado de Saint Jean pied de Port. Carros sobrecargados (y un poco destartalados) pasaban con dificultad por esta preciosa puerta ojival. Mercaderes ambulantes, comerciantes locales, arrieros, campesinos, curiosos, pastores, artesanos durante unas pocas horas invadían la pequeña plaza. Podemos imaginar la afluencia de gente, los ruidos y los olores un día de mercado en los alrededores de la puerta de Navarra.

Esta frenética actividad reportaba pingües beneficios económicos. Las personas que llegaban a la ciudad tenían la obligación de abonar un derecho de entrada. Para asegurarse de que eso fuera así estaba el recaudador de impuestos, comisionado del rey para hacer efectivo el cobro de peajes y tasas sobre las mercancías vendidas (lejos estábamos del Mercado Común).



Zapateros, tejedores, toneleros, sastres, sombrereros, ebanistas, herreros, curtidores, carniceros, charcuteros, guarnicioneros montaban sus tenderetes en la puerta de sus casas y negocios . . . las huellas de los gremios aún son visibles en los dinteles de algunos edificios.


El mercado aglutinaba todas las riquezas locales: manufacturas de lana, los curtidores a orillas del río Nive, las explotaciones forestales del bosque de Iraty, los criaderos de cerdos (u la fabricación del jamón), las canteros de gres rosa, los productos que traían los pastores de las montañas (queso y lana), la sal, los viñedos, el grano de cereal.....  

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