viernes, 1 de abril de 2016

TEODORICO EL GRANDE



Teodorico el Grande – Thiudoric – rey de los ostrogodos, supo pescar en las aguas que bajaban revueltas de las cenizas humeantes del Imperio Romano de Occidente. Hijo de Teodomiro, Teodorico, que nació en la región de Panonia pasó parte de su niñez y adolescencia como rehén en Constantinopla, recibiendo una esmerada educación en la cultura grecolatina, con el alano Aspar como profesor, y estrechando lazos con personajes poderosos. Cuando volvió junto a los suyos combatió con éxito a todos los vecinos molestos, gépidos, suevos, alamanes, sármatas, y no tuvo demasiadas dificultades para convertirse en rey de los ostrogodos.


Siempre presto a socorrer al emperador Zenón, el ambicioso Teodorico se lanzó a conquistar Italia que estaba en poder de Odoacro, al que aplastó con su ejército y asesinó con sus propias manas después de invitarle cordialmente a un banquete. Teodorico de proclamó Rey de Italia, convirtió Rávena en el centro de su poder y procedió a embellecerla, restauró las instituciones romanas y gobernó como un César auténtico. Además se dedicó a proteger y mantener los antiguos edificios romanos, siendo uno de los primeros personajes históricos preocupados por conservar el patrimonio. Más tarde se convirtió en regente del reino visigodo de Hispania en nombre de su nieto Amalarico. En estos momentos controlaba un enorme territorio que abarcaba las dos penínsulas (italiana e ibérica), la Galia meridional y la región del Danubio.

Mermado por la vejez, los últimos años de su reinado estuvieron marcados por la desconfianza y la brutalidad con la que se empleo, ejecutando a cualquier sospechoso de traición. En su lecho de muerte, carcomido por los remordimientos, designó sucesor a otro nieto,  Atalarico.


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