martes, 24 de febrero de 2015

DE REY DE PAMPLONA A REY DE NAVARRA.



Parece fuera de toda dura que en el año 1162, el rey Sancho VI, conocido como "el Sabio" abandonó la intitulación de Rey de Pamplona (o de los pamploneses) y decidió erigirse en Rey de Navarra (o rey de los navarros), un título mucho más globalizador.

Los antecesores de Sancho VI se habían considerado reyes de Pamplona, por ser esta ciudad de lejano origen romano y sede episcopal, en torno a la cual se fue tejiendo el reino prácticamente desde sus mismos orígenes. Los señores y barones, miembros de la aristocracia militar, aquellos mismos que habían articulado (y en cierta forma creado) el reino, se consideraban "seniores Pampilonenses". Por tanto, y en sentido estricto, el rey de Pamplona era el rey, el "primus inter pares" de esta casta aristocrática, quedando al margen toda la masa de población más humilde.


A los componentes de esa variopinta masa de campesinos y pastores, se les había reservado el apelativo de navarros. Con el cambio de titulación, el rey Sancho VI daba a entender que reinaría con el beneplácito de todo el reino, entendido como marco geohistórico y que aglutinaba a toda la población fuese cual fuese su condición social; la añeja nobleza señorial, el campesino habitante de villas y aldeas, y la dinámica y joven burguesía urbana. Intuimos aquí un innnovación en el pensamiento político y en la propia concepción de la monarquía, que establece una nueva relación entre el rey y sus súbditos, superando los tradicionales vínculos de vasallaje entre la élite pamplonesa y el monarca. Uno de los preceptos del futuro Fuero General alude al "fuero que tiene el rey de Navarra con sus navarros y los navarros con el rey". Historiadores navarros más doctos que yo, sabrán corregir, o puntualizar, lo aquí expuesto.  

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