miércoles, 10 de septiembre de 2014

ZARA, ENTRE VENECIA Y HUNGRÍA.



Zara Adriática, una próspera ciudad marítimo comercial en época romana, se convirtió en objeto de ambición, por parte de las potencias cercanas, una vez desaparecido el poder de los Césares. Los carolingios establecieron un protectorado sobre la zona y tras el Tratado de Verdún (843), Zadar continuó su pacífica existencia hasta que se convirtió en motivo de disputas entre el Reino de Hungría y la República de Venecia.

Tras varios años de guerra intermitente entre ambos estados por el dominio de Dalmacia, el enclave estratégico de Zara pasó a formar parte de las posesiones del monarca húngaro.

Todo permaneció más o menos en calma hasta la Cuarta Cruzada. Cientos de pendencieros caballeros cruzados estaban acampado en una pequeña Isla del Lido, mientras sufrían el constante acoso de los mercaderes venecianos que reclamaban, con toda justicia, el pago de las deudas contraídas con ellos. Y si el dinero no llegaba, la República no proporcionaría los barcos necesarios para iniciar la Cruzada. Además los comerciantes amenazaban con cortar los suministros a menos que se les entregase lo adeudado. La situación se hacía desesperada y los cruzados, hacia el mes de Septiembre, ya estaban dispuestos a aceptar cualquier solución que les propusiese Venecia.

Aprovechando la coyuntura se les propuso lo siguiente; la expedición podría partir y se aplazaría el pago de la deuda si aceptaban tomar parte de una campaña militar para conquistar Zadar. El papa Inocencio III, enterado del asunto, se apresuró a levantar una enérgica protesta y la prohibición de iniciar la campaña. Aunque en realidad no tenía ni mecanismos, ni fuerzas, para detenerlos.

Toda esta maniobra había sido ideada por Bonifacio de Montferrato, que se había unido a los cruzados, y el anciano dogo de Venecia, Enrico Dándolo. Antes de comenzar esta desvirtuada , deshonesta e ilegal, Cruzada se celebró una solemne ceremonia en San Marcos, en la que el Dogo y los Consejeros no dudaron, en un alarde de hipocresía, besar la Cruz Cristiana.


El 8 de Noviembre de 1202 la flota, hambrienta de acción y de botín, zarpó de Venecia, llegando a Zara dos días después. Sometieron a la ciudad a un asalto feroz, que no pudo aguantar las acometidas, rindiéndose el día 15. Tras la rendición fue totalmente saqueada. Dándolo y Bonifacio pensaron que el año estaba muy avanzado para continuar el viaje hacia Oriente y decidieron invernar en Zadar.

Cuando la noticia llegó a Roma, el papa Inocencio estalló de ira. Era intolerable que se utilizara una Santa Cruzada para saquear a un hijo fiel de la Iglesia, el rey de Hungría Emerico I, que además estaba dispuesto a participar en la Cruzada contra el infiel en Tierra Santa. Y excomulgó a toda la expedición. Posteriormente perdonó a los cruzados, pues supo que habían sido engañados.


A pesar de todo Venecia había conseguido su objetivo, la estratégica Zara quedaba definitivamente integrada en el Imperio Marítimo Veneciano. Y bajo la protección de Venecia, Zara se convirtió en una de las ciudades más prósperas de Dalmacia, disfrutando además, de un considerable desarrollo cultural, artístico y urbanístico.


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