martes, 13 de mayo de 2014

SEPULCRO GÓTICO DE DON PEDRO SUÁREZ



Una de las manifestaciones más espectaculares del estilo gótico son los sepulcros. Un precioso ejemplo es la sepultura de don Pedro Suárez de Toledo. 

Pedro Suárez de Toledo, fue alcalde y notario mayor de Toledo, señor de Casarrubios del Monte y caballero de la Corona de Castilla. Se casó con Juana Meléndez de Orozco, y su hija Inés Ayala, fue tatarabuela de Fernando el Católico. 

Pedro Suárez, como buen militar, falleció en acto de servicio, luchando contra los portugueses en la batalla del Troncoso en 1385.


Durante la Baja Edad Media se muere según la condición social a la que se pertenece, y esto se materializa en el lugar, y la forma de enterramiento. De esta manera, y a partir precisamente de la Baja Edad Media - antes estaba prohibido - la inhumación en el interior de los templos, donde el finado gozaba de la protección de los santos, y donde los demonios tenían más difícil penetrar, se convirtió en práctica habitual. Tras su fallecimiento, Pedro Suárez, fue enterrado en el Convento de Santa Isabel de los Reyes en Toledo, aunque su sepulcro permanece en la actualidad expuesto en el Museo Marés de Barcelona. 

El sepulcro fue elaborado en Toledo, en el taller dirigido por Ferrand González, posiblemente el más importante de la ciudad imperial. Rasgos característicos de las esculturas salidas de este taller son la escasa altura de las camas y su decoración a base de medallones. 

La estatua yacente aparece ataviada con las vestimentas propias de su ocupación terrena, y el mármol se encargaba de eternizar. El caballero se representa con su armadura y el fraile con su hábito. Y en ocasiones con ambos. De esta manera, el noble pretendía ofrecer a los hados del destino una humilde muestra de su piedad.


Siguiendo esta pauta, el caballero Pedro Suárez, viste la armadura, símbolo inequívoco del orden de los bellatores, que queda disimulada bajo el hábito franciscano, puesto que en vida, el ideal cristiano, se superponía a todos los demás. Otro indicador más de franciscanismo, es el cordón que rodea sus escudos, grabados en el sepulcro.

Un elemento característico de la iconografía mortuoria caballeresca es la presencia del perro, normalmente a los pies del difunto, aludiendo a la consabida fidelidad, pero haciendo referencia también a una de las actividades predilectas de la nobleza; la caza. 


El caso del perro del caballero toledano alcanza tintes legendarios. Don Pedro murió valientemente en combate con los portugueses y su compañero canino, siempre fiel, cogió la mano que los enemigos habían cercenado a su señor y la llevó hasta el Convento de Santa Isabel de los Reyes, donde se encontraba su hija María. La desdichada María comprendió rápidamente el mensaje e hizo trasladar los restos de su amado padre desde el campo de batalla para darle cristianas sepultura. Como reconocimiento al valor y lealtad, el protagonista de la hazaña, fue esculpido a los pies de su señor. 

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