Una fina escultura del faraón Amenhotep III, formaba parte del templo funerario del rey, en Tebas, en la orilla occidental del Nilo, en las tierras de Poniente, el lugar de descanso eterno y morada de los muertos. Hoy día escudriña a los millones de visitantes, que cada año, acuden al Museo Británico, a sumergirse en las antigüedades egipcias.
Los mundos desaparecidos de Maël Ollivier-Henry
Hace 17 horas
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