jueves, 14 de marzo de 2013

GUERRAS PÚNICAS (generalidades)


Prólogo

A medida que Roma se iba acercando al mar Mediterráneo entraba en conflicto con la gran potencia marítima de la zona (y de la época); Cartago, herederos de los intrépidos navegantes fenicios. De la lucha entre estos dos colosos saldría el auténtico "Dueño del Mediterráneo". Como en un western, "forastero, este pueblo es demasiado pequeño para los dos". 


Hacia el siglo III a.C. la expansión romana hacia el sur de la península itálica y la ocupación de Sicilia por los cartagineses provocó que únicamente el Estrecho de Messina, separase a estos dos bravos púgiles. A partir de este momento el choque se hizo inevitable. 

Primera Guerra Púnica (264 - 241 a.C.) 

Por primera vez en su historia Roma tuvo que combatir en el mar. En un principio, los romanos perdían todos sus combates contra la experimentada armada de Cartado, dueños de las aguas mediterráneas. Pero como siempre Roma no cejó en el empeño, y finalmente en el 241 a.C. los romanos pudieron voltear la situación, y el cónsul Quinto Lutacio Catulo venció a Amílcar Barca. 


Cartago perdió su flota, tuvo que pagar enormes indemnizaciones de guerra y ceder Sicilia a Roma, que se convirtió en provincia, la primera de muchas. 

Interludio (241 - 219 a.C.) 

La derrota sumió a Cartago en una importante crisis; se sublevaron sus mercenarios, y además se vio obligada a ceder a Roma, Córcega y Cerdeña, que formaron la "segunda provincia romana". 

Para compensar y conseguir el dinero necesario para pagar a Roma, la familia de los Barca, apoyados por el Senado de Cartago, se lanzó a la conquista de la Península Ibérica. En un principio, esta zona no colisionaba  con los intereses de Roma, y se delimitaron bien las áreas de influencia de ambas potencias mediante el Tratado del Ebro. 

Amílcar Barca y posteriormente su yerno Asdrúbal, concretaron la conquista y control cartaginés de todo el sur y levante ibérico, sentando las bases de un nuevo imperio comercial y territorial. Tras la muerte de Asdrúbal, se hizo con el poder el joven hijo de Amílcar, Aníbal. 

Segunda Guerra Púnica. El choque definitivo (219 - 202 a.C.) 

Aníbal Barca llevó a Roma hasta el límite de sus fuerzas, la lanzó contra las cuerdas, la puso de rodillas, y cuando pudo asestarle la estocada final, le perdonó la vida. Roma no desaprovechó la gentiliza, se rehizo, se revolvió como león malherido y derrotó a Cartago de forma total. 

Aníbal quería provocar una guerra y destruyó Sagunto, aliada de Roma, y en una maniobra sin precedentes atravesó los Pirineos y los Alpes para caer por sorpresa sobre el Norte de Italia. 

Tras una serie de exitosas victorias, en Tesino, Trebia, Trasimeno, y especialmente en Cannas, Aníbal renunció a marchar sobre Roma cuando pudo hacerlo, sellando con ello su fatídico destino. 

Los romanos por su parte, se dedicaron a barrer de la península Ibérica cualquier rastro de los cartagineses. En el 202 a.C. Publio Cornelio Escipión obligó a Aníbal a librar una batalla en la llanura de Zama, cerca de Cartago. La victoria de Escipión fue absoluta, y lo único que no hizo fue arrasar la capital cartaginesa.

Epílogo (149 - 146 a.C.)

Tras su victoria sobra Cartago quedó como potencia hegemónica en el Mediterráneo Occidental, ejerciendo un dominio efectivo sobre las grandes islas - Córcega, Sicilia y Cerdeña - , el importante emporio de Marsella, las costas de Iberia (comenzando la conquista del interior), los galos de la costa - donde creo la provincia de la Galia Narbonense - y los territorios norteafricanos de Numidia y Mauritania.

Pero el recuerdo del sufrimiento soportado durante la Segunda Guerra Púnica, llevó a Roma a "inventar una nueva guerra". En esta ocasión sometió a Cartago a un duro asedio, que terminó con la destrucción de la ciudad, logrando de esta manera, borrarla de la faz de la tierra . . . aunque nunca pudo eliminar su recuerdo. . . 

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