domingo, 21 de octubre de 2012

GERMANIA DE TÁCITO (III)



7     Eligen a los reyes de entre la nobleza y a los jefes por su valor. El poder para los reyes no es ilimitado ni arbitrario; los jefes, más con el ejemplo que con autoridad, si actúan prestos, se dejan notar y van en vanguardia, ejercen el mando por la admiración que producen. Pero no está permitido castigar, ni atar, ni golpear; sólo pueden hacerlo los sacerdotes, y no como castigo, no por mandato del jefe, sino porque lo manda la divinidad, que, así lo creen, les asiste cuando combaten. Llevan a la batalla ciertas efigies e insignias sacadas de los bosques sagrados. Y tienen algo que es el principal incentivo de su valentía: no es la casualidad ni una agrupación fortuita la que forma el escuadrón o los pelotones, sino la familia y el parentesco. Tienen a su lado a sus seres queridos y pueden oír el ulular de sus mujeres y los llantos de los niños; éstos son los testigos más sagrados para cada cual, éstos son los que más les alaban. Acuden con sus heridas ante sus madres y esposas; ellas las repasan y examinan sin atemorizarse y llevan a los combatientes alimentos y ánimos. 

8      Se conserva en el recuerdo que algunos ejércitos, cediendo ya y a punto de desfallecer,  se rehicieron gracias a las mujeres, por la insistencia de sus ruegos y por la exhibición de sus pechos, mostrándoles el inminente cautiverio; lo temen mucho más por la suerte de sus mujeres, hasta el punto de que se obtiene una lealtad más eficaz en las ciudades a las que se exige muchachas nobles entre los rehenes. Es más, piensan que hay en ellas algo santo y profético, por lo que no desprecian sus consejos ni desdeñan sus respuestas. Vimos, en el reinado divino de Vespasiano, a Veleda, considerada por muchos como una deidad, y en otro tiempo veneraron a Aurinia y a muchas otras, no por adulación ni por divinizarlas. 

9     De los dioses, honran sobre todo a Mercurio, a quien consideran lícito hacer sacrificios con víctimas humanas en días fijos. Aplacan a Hércules y Marte con animales permitidos. Parte de los suevos sacrifican también a Isis. La causa y el origen de tal culto extranjero no los sé a ciencia cierta, salvo que la propia imagen con figura de nave liburna da a entender que se trata de una religión importada. Por otra parte, no consideran digno de la grandeza de los dioses encerrarlos entre paredes ni presentarlos bajo forma humana; les consagran bosques y arboledas y dan nombres de dioses a ese algo misterioso al que sólo ven con los ojos de su veneración. 

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